Por
Angel Cristóbal & Felicia Jiménez
(Miami,
9/06/15. Especial South Press Magazine).- El privilegio de poder
viajar por el territorio norteamericano nos brinda la oportunidad de
visitar ciudades, pueblos y lugares vinculados a la historia cubana,
y la posibilidad de constatar in situ los lazos históricos
culturales y sociales que unen a Estados Unidos de Norteamérica y a
Cuba por más de dos siglos. Con este objetivo, un tour insoslayable
e impostergable lo era sin duda viajar a Key West, y nuestro equipo
de South Press Magazine lo hizo motivado por seguir los pasos de dos
personajes de leyenda; José Martí y Ernest Hemingway; visitar los
lugares donde el Apóstol de Cuba pronunció sus discursos y recibió
la ayuda de los tabaqueros; detenernos frente al monumento dedicado a
las víctimas de la explosión del acorazado Maine; escudriñar la
Casa-museo del escritor norteamericano más vinculado a los cubanos;
y dejar constancia de la curiosidad criolla por acercarse y tocar el
punto geográfico más al Sur de la Florida, y más cercano a Cuba.
Sin duda algo curioso, si tenemos en cuenta que, al otro lado del
mar, allá nadie se toma fotos en Punta Hicacos, en Punta de Maisí o
en el Cabo de San Antonio.
Con
esas ideas en mente, recorrimos 166 millas de extraordinaria
carretera e impactante paisaje marino, atravesamos decenas de
puentes que unen a diversos cayos como Key Largo, Isla Morada,
Maratón, y otros islotes más pequeños cuyos nombres pasan raudos.
Algo que llama la atención al viajero es la presencia de pescadores
aficionados en las caminerías de algunos puentes, desde donde se
permite pescar en las transparentes aguas de 6 metros de profundidad
llenas de cardúmenes de diversas especies de peces. Impresionante
sin duda el llamado “puente de las 7 millas” y apreciar la
maravillosa obra de ingeniería del antiguo puente, en parte
conservado y parte en ruinas, por donde pasaban tanto el ferrocarril
como los autos en ambos sentidos.
Al
llegar a Key West, enseguida se aprecia la actividad bohemia de su
población que ha sobrevido a huracanes, incendios y hasta piratas.
En ello reside que hoy es una de las más entusiastas poblaciones de
norteamérica, cuando se trata de fiestas, desfiles y eventos
culturales. A simple vista se capta que ha sido siempre un lugar con
mucha gracia y se entiende por qué, en las últimas décadas, el
turismo y las correspondientes infraestructuras, como hoteles, cafés
y restaurantes, han aumentado de tal forma que la ciudad aparenta
estar del todo dedicada a esta afluente industria, sin perder ese
espíritu alegre que se percibe en sus calles y la actitud relajada
del visitante. De ahí que, junto con San Francisco y Nueva Orleáns,
Key West es una de las ciudades más liberales en los Estados Unidos.
La
impronta de Martí
Por
mucho tiempo Key West era sólo accesible por mar, a fines del siglo
XIX un vapor le daba servicio desde Tampa a donde llegaban las líneas
del ferrocarril, y fueron aquellos transportes -tren y barco-, los
que utilizara José Martí en varias ocasiones; para visitar y
concertar reuniones, así como pronunciar discursos de unión del
exilio cubano en su proyecto independentista. El 25 de diciembre de
1892, Martí llegó al cayo y permaneció allí hasta el 5 de enero
de 1893. En el Instituto San Carlos, uno de los edificios históricos
más bellos de la Florida, fue ovacionado por cientos de cubanos y
cubanas. Fundado por líderes de la comunidad del exilio cubano en
Key West como escuela y centro cívico patriótico, el San Carlos hoy
día funciona como museo, biblioteca, galería de arte, teatro, y
escuela. Está situado en Duval Street, arteria principal y corazón
del distrito histórico de Cayo Hueso. Es considerado como la cuna
del movimiento pro-independencia de Cuba. Fue aquí donde el Maestro
pudo unir a la comunidad de exiliados para lanzar la última fase de
su campaña para la liberación de Cuba. Martí afectuosamente se
refería al San Carlos como "La Casa Cuba".
Lamentablemente,
el Apóstol cubano apenas sobrevivió dos meses la Guerra de
Independencia, y tampoco pudo apreciar la obra del multimillonario
Flagler, quien decidió extender la línea férrea hasta Miami y
desde allí, cruzando el mar sobre puentes, de cayo en cayo, llegó a
Key West. Según cuentan, este proyecto sólo podía realizarlo una
persona como Flagler; por el costo de una obra como ésta, única en
su tiempo, y por los inconvenientes naturales y humanos que pusieron
a prueba su persistencia.
La
huella de Hemingway
Y
en una isla bohemia, tenía que vivir un escritor bohemio como lo fue
Ernest Hemingway, quien vivió aquí de 1920 a 1930, año cuando se
mudó a La Habana, Cuba, donde compró la muy famosa Finca Vigía, en
San Francisco de Paula, muy cerca del pueblo costero de Cojímar. La
casa de Hemingway en Cayo Hueso, no tan cerca del mar como pensaba
este cronista, es hoy un museo que visitan turistas de todo el mundo.
Hay
que pagar $12.50 para entrar y hacer el tour mientras un guía te va
explicando cada detalle de la casa y narrando anécdotas del
escritor; pero las bondades del periodismo nos exhoneraron del pago y
pudimos recorrer gratis todas las instalaciones del Museo, entre
ellas la piscina donde se ejercitaba el escritor y jugaban sus dos
hijos, Gregory y Pattrick, mientras el padre intercambiaba tragos con
sus invitados. Muy cerca de la perca está el cementerio de los
gatos, algo que se repite también en Finca Vigía.
Me
impresionó particularmenter ver una habitación en altos donde
Hemingway realizaba su oficio: allí está la vieja máquina de
escribir colocada sobre una sencilla mesa, un taburete por asiento,
apenas dos muebles de descanso, algunas bibliotecas y as infaltables
cabezas de animales que alguna vez cazó durante sus safaris
africanos. La casa y sus alrededores no tienen las dimensiones de su
finca habanera, pues en 1920 no había alcanzado aún el renombre que
le permitió adquirir una década después Finca Vigía. También
aquella de la Isla es más prolija en objetos museables, archivos
fotográficos, armas de caza, vestimentas, lápices, libros, la misma
existencia del yate Pilar, y el hecho de que el acceso a los salones
de la casa están restringidos al público permiten un mejor estado
de conservación con relación a la casa-museo de Key West. Pero a
pesar de estos pequeños detalles, es increíble poder estar allí,
pues se siente la presencia del escritor y la atención de los
directivos del Museo es estupenda. En la librería dejamos varios
ejemplares de nuestro libro: “Regreso a las Armas”, título que
aunque escrito en español estamos seguros será agotado en corto
plazo...
Siendo
Key West, al Sur de la Florida, el punto de los Estados Unidos más
cercano a Cuba, la cultura e historia de la Isla han ejercido gran
influencia en la cultura de este cayo por más de dos siglos, y
vicerversa, también éste ha dejado sus marcas en Cuba. Según
caminamos por las calles lo mismo vemos un establecimiento ondeando
la bandera cubana, a un tabaquero realizando su viejo oficio, que un
monumento exhibiendo los restos de una balsa de procedencia cubana
recogida en alta mar ya sin sus tripulantes. Los recuerdos del paso
de José Martí y de otros patriotas como Salvador Cisneros
Betancourt, Carlos Manuel de Céspedes y Céspedes, así como la
imagen de la Caridad del Cobre se aprecia en ciertos lugares... Pero
tal vez la relación con la isla mayor sea más visible en la famosa
boya-monumento que marca el punto más al sur de los Estados Unidos y
en la cual aun se lee “90 millas hasta Cuba”, exactamente hasta
la punta del Francés en la península de Hicacos, Varadero, en
Matanzas: una prueba para algunos incomprensible de ese anhelo de
todo cubano de regresar algún día a su añorada tierra.
Fotos: Angel Cristobal / South Press Magazine