"Para ti Ángel,
por la historia acumulada
que tanto inspira y te agradecemos.
Está aquí la historia de una pasión
donde tuviste buena parte"
Un abrazo,
Alexis, 18-5-11
por Alexis Castañeda Pérez de Alejo
Hacia 1984-1985
ya se escuchaba por algunos rincones de Santa Clara a Amaury Gutiérrez, Julio
Fowler y Carlos Gutiérrez –conocido este último como Carlos Trova. Surgen estos
creadores bajo el incentivo de una especie de resignación del movimiento
trovadoresco, que comienza a hacer una canción más vuelta hacia la existencia íntima
del hombre, interesada en el perfeccionamiento musical y más distante de los
asuntos épicos de sus inicios.
Carlos Trova, Julio Fowler y Amaury Gutiérrez. |
Los tres
lograrían revitalizar la nueva canción en el centro de la isla, generándose
todo un movimiento cultural al que se unieron otros músicos como Lázaro Riera “el
Fino”, los tecladistas Julio Machado y Jorge González Portal “el Bombero” y el
saxofonista Jorge Roque; artistas plásticos de la talla de Ramón Carrillo,
encargado de armar el ambiente escenográfico; y poetas entre los que estaban Ricardo Riverón, Frank Abel Dopico, Alpidio Alonso y el propio Fowler.
Con esta
conjunción se lograban populosas peñas que comenzaron los sábados en la
Biblioteca Provincial Martí, a las cuales asistían también algunos de los
integrantes de la recién fundada Leña del Humor, y el dúo integrado por Ángel
Cristóbal – uno de los fundadores de la Nueva Trova en Villa Clara-, y el
violinista Misael Barbel quienes también serían invitados frecuentes en los
programas del naciente canal Tele Cubanacán. Aquel grupo se trasladó después
para el Museo Provincial, luego se comenzó a descargar en El Mejunje, y más
tarde en el Museo de Artes Decorativas.
Ángel Cristóbal y Misael Barbel. Captura de video, 1989 |
Graduado de
dirección coral en una escuela de instructores de arte, Amaury Gutiérrez estuvo
subutilizado durante varios años en una zona montañosa de la provincia natal.
Cuando podía, incursionaba en algunas peñas de trovadores proponiendo sus
canciones, ocasiones en las que pudo conocer a otros músicos locales y a los
que andaban de paso por la ciudad. Sobresalientes fueron sus temas “Amor
blindado”, “En el vórtice de Irela”, “Una mujer se lleva (texto del poeta Jorge
Ángel Hernández), “Yo simplemente” y “Tercer mundo”.
Invitado al
festival Jazz Plaza, 1990, fue la revelación y recibió felicitaciones y elogios
por parte del grupo Irakere y de los no menos conocidos compositores José María
Vitier y Pucho López.
Por esta época
ya Amaury había alcanzado alturas inusitadas. Su multiplicidad de timbres y
precisión técnica le permitían transitar sin riesgos por diferentes géneros
musicales, desde la amplia gama cubana hasta los más complejos ritmos y cantos
norteamericanos y caribeños: la canción trovadoresca, el son, la guaracha, el
filin, el jazz y el blues, además de un estilo de canto cercano a lo que
popularizaron los norteamericanos Al Jerau y Bobby Mc Ferry, quienes explotaban
al máximo la voz a través de inflexiones y variaciones tonales, hasta llegar,
incluso, muy cerca de los secretos del be pop.
Invitado a
cantar con el grupo Afrocuba (que grabara con Silvio Rodríguez el disco “Causas
y azares” y fue su acompañante en varias giras internacionales), el intérprete
villaclareño se vio de súbito en el escenario del Caracas Jazz Festival, 1990.
Sobre esta presentación escribiría el crítico Efraín Corona en El Diario de
Caracas, el 23 de septiembre: “Se destacó la pieza ‘Guajira con tumbao’
interpretada por el vocalista Amauy Gutiérrez; solo de voz combinado con
sonidos onomatopéyicos y golpes de pecho con la mano derecha”.
Después
vendría el Festival Cervantino de México, en noviembre del propio año. Allí la
prensa destacó también al joven vocalista de Afrocuba.
A pesar de
los éxitos, Afrocuba no pudo mantener en Cuba sus planos estelares y, tras
varios tropiezos, un mal día Amaury se vio en La Habana sin tener dónde
trabajar.
Después de
azares y búsquedas dio al fin con la nómina de un grupo salsero llamado La Ley,
que necesitaba precisamente a un cantante para poder cumplir un contrato en México.
Ya en tierra azteca de nuevo, Amaury decidió, como en otros tiempos lo hicieron
Benny Moré y Pérez Prado, probar suerte; finalizaba 1992.
Tras varios
años de vadeo y embestidas a los medios promocionales, pudo escucharse al fin,
ampliamente, su voz gracias a la firma Universal que lanzó un primer CD que se
llamó igual que el cantante. Pronto salieron otros más: “Piedras y flores”, “Alma
nueva” y “Se me pegó tu nombre”. En 2000 llegó a Caracas para la promoción de “Piedras
y flores”, y en la rueda de prensa que ofreció a los numerosos medios
caraqueños; se llevó con una grata sorpresa que nunca olvidará: entre los
periodistas, representando a la revista dominical Fascinación, estaba un
antiguo trovador cubano y santaclareño, Ángel Cristóbal García.
Amaury nos
llegó entonces desde otro concepto musical, dentro de la línea del pop y con
una óptica de estos tiempos donde no se pueden desdeñar las señas del mercado;
de ahí que varias de sus canciones serían temas de conocidas telenovelas. No obstante,
sus amplias facultades vocales le dan ventajas y facilitan el tránsito sin
perder la originalidad que siempre le han acompañado. Aunque, en honor a la
calidad, ninguno de sus discos posteriores ha tenido la altura alcanzada por el
primero.
Tomado de:
La vena del centro: trova santaclareña. Ensayo. Alexis Castañeda Pérez de Alejo. Ediciones Sed de Belleza, 2010. Pág. 39-42. Capítulo editado por Ángel Cristóbal García para Editorial Letras Latinas, Caracas, 2015.